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1 de mayo de 2012

Mayo del 68


Mientras en Francia se desencadenaban protestas contra la sociedad de consumo y estallaba una revuelta estudiantil que marcó historia, yo celebraba mi particular mayo del 68 ahora hace exactamente 44 años con rosario de plata, libro de nácar, guantes de blonda, limosnera de organza, reloj de pulsera, medalla de la "Virgen Niña", anillo con perla, calcetines de hilo, corona de flores, pañuelo bordado, pendientes de oro, muda de algodón, camisón de batista con su bata a juego, combinación de puntillas, copa con filo dorado, taza  del mismo estilo, cubiertos de plata, muñeca de mi réplica, niño Jesús con alfombrilla blanca, recuerdos de estampitas... y un vestido estilo princesa que me hizo sentir reina por un día. 

  Siete años, que son siete ilusiones, una vida por delante, un paisaje, mil sermones y otras tantas bendiciones serán su único equipaje. 

La instantánea fue tomada el día 1 de mayo de 1968.
Sorprendí a mi padre, cámara en mano, asomándose con esfuerzo entre una multitud que se agolpaba en los laterales de la iglesia para inmortalizar este momento.
Las familias ocupaban los bancos posteriores.

De entre todos los recuerdos de aquel día, destaco: una imagen, una frase, una sensación,  un deseo y una música.
La imagen, la de mi vestido colgado desde el día anterior en la lámpara de mi habitación para no arrugarse.
La frase, unas palabras que mi padre pronunció a mi madre creyéndome ajena a la conversación: "Hoy tienes que estar muy pendiente de ella" y es que por aquel entonces mi hermana tenía sólo dos años y requería de muchas  atenciones.
La sensación, el daño que me hicieron los zapatos.
El deseo era el de comer (éso para mí era toda una novedad). Debí tomar la primera comunión a altas horas de la mañana y tenía que estar en ayunas. Nunca lo entendí.
La música, la del acordeón de un primo mío que amenizó la fiesta. Más tarde conocí la canción de Cecilia y la hice mía.
Por cierto, mi monja  (sor María) era buena.