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2 de mayo de 2011

Dime dónde no vives y podré decirte quién eres

Quiero confesar y confieso que me gustan las revistas de decoración. Para mí son cuentos de hadas que acaban, entre otros, con este pensamiento: ¿a quién le tocará limpiar todo eso?

"Quién vive ahí" . "Enséñanos tu casa".
La decoradora responde:
Si para conseguir la casa que la lectora sueña debe realizarse un cambio radical de vida, ya estamos perdiendo tiempo leyendo esta entrada. Después de ponernos a la obra (qué obra: que nos toque la lotería o dar un braguetazo) y pasar de anuncios del tipo "No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita", estaremos dispuestas a primar lo que queremos.
En primer lugar, hay que hacer una excelente planificación del espacio para sacar el máximo partido a cada ambiente: integrar columnas, ganar las terrazas, adosar habitaciones contiguas, tirar tabiques, empotrar librerías.
Es muy importante, y no hay proyecto decorativo que se resista, el unir en fluido intercambio el interior de la casa y su exterior. La casa debe estar abierta a un paisaje que se alargue hasta perderse en el horizonte. El objetivo: que la naturaleza arquitectónica e interiorista lleguen a una alianza perfecta.
Ya tenemos proyectados los espacios interiores y exteriores. Ahora hay que darle un estilo a la casa: diáfana, entrañable, colonial, clásica, campestre, urbana, práctica o hedonista. De acuerdo, nos quedamos con la última opción. Objetivo: el placer (el placer de vivir en este proyectado hogar). Necesitaremos una luminosa serenidad, un meditado equilibrio, evitar obstáculos, delimitar las zonas, continuidad visual garantizada, juegos de volúmnes, elegir auxiliares con estilo, unificar tonalidades. A saber: es muy importante la unidad de criterio en la paleta de colores, aunque está permitido jugar con sutiles variaciones.
No hay casa protagonista que se precie que no cuente con lo siguiente: muebles de herencia familiar y muebles, objetos y auxiliares traídos de nuestros viajes alrededor del mundo. ¿Qué no hemos heredado muebles? Ya estamos yendo a un anticuario y haciéndonos con muebles de almoneda. ¿Que no nos hemos comprado souvenirs para decorar nuestro hogar en nuestros viajes por todo lo largo y ancho de este mundo? Pues ya estamos fletando un avión para viajar, por ejemplo  a cualquier lugar de África y Oriente. Lo étnico y exótico se lleva mucho.
No nos podemos olvidar de las últimas tendencias: tragaluces en las paredes, muros de pavés en los baños, trampantojos en las habitaciones, suelos hidráulicos originales (nada de imitación), lucernarios en los techos, porches de verano, patios interiores llenos de paisajismo... Es decir, llenar nuestra casa de ideas que le saquen el máximo partido.
¿Qué? ¿Que la lotería no toca? ¿Que no es posible todo esto? ¿Cómo que no? ¡Manos a la obra! Busquemos soluciones a los espacios pequeños (donde caben dos, caben tres), reinventemos habitaciones (con sofás cama en el salón, por ejemplo), heredemos por lo menos el juego de café de la abuelita, llenemos el balcón de plantas y así habremos importado la naturaleza en nuestra casa, personalicemos con telas y con  fotos. Olvidémonos de los convencionalismos. Rompamos normas: que hay que tirar un tabique o ganar una habitación, pues pactemos con el vecino.
En fin,  inspirémosnos en nosotras mismas, redecoremos nuestra propia vida, llenemos nuestra casa de vida y mantengámoslas bien enraizadas en el lugar del mundo que hemos elegido para vivir. Ahí es donde nos conocen y conocemos. Y ahí es donde podemos cantar el "Ay Dios mío". ¿Para qué más?.
Concluyendo: si tu casa no es una ruina, haz de ella un hogar porque como en casa, en ninguna parte.